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Mostrando entradas de marzo, 2010

Rayuela, Cap. 21 (fragmento)

Crevel desconfía y lo comprendo. Entre la Maga y yo crece un cañaveral de palabras, apenas nos separan unas horas y unas cuadras y ya mi pena se llama pena, mi amor se llama mi amor... Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso, adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro, entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario, la cara que mira hacia atrás abre grandes los ojos, la verdadera cara se borra poco a poco como en las viejas fotos y Jano es de golpe cualquiera de nosotros. Todo esto se lo voy diciendo a Crevel pero es con la Maga que hablo, ahora que estamos tan lejos. Y no le hablo con las palabras que sólo han servido para no entendernos, ahora que ya es tarde empiezo a elegir otras, las de ella, las envueltas en eso que ella comprende y que no tiene nombre, aur...

El poeta. Filomena. (fragmento)

Poeta: Eso sí no lo permito: Voy a darte una prueba de mi talento. ¿Qué quieres que diga el verso? Filomena: Pues que yo, cuando voy a comprar el pan para el desayuno lo veo por la ventanita enrejada que está a la altura de la calle; que me he fijado que se peina con mucho cuidado y ojalá no tenga novia. Que a veces cuando me acuerdo de él se me olvida todo y me regaña el señor y hasta me ha dicho estúpida. Que cuando me despierto y veo mis zapatos juntos al pie de la cama se me hace que se sienten muy solos y que me gustaría que allí estuvieran los suyos para hacerles compañia. Que yo me llamo Filomena y que ya sé que él se llama Carlos y que su nombre es muy bonito... Luisa Josefina Hernández