Antipoema de la felicidad_Alfonsina Storni
¿Quiénes sufren más allá del círculo mágico que dibuja la tierna baba empecinada? ¿Qué leprosos, qué artritis solapada, qué tedio de amor, qué bocas replegadas hacia el rencor y el odio devorantes? ¿Dónde los prolijos vituperios de la vejez, del llanto? El pescado de plata tiene un olor que lo separa para siempre de los atroces alimentos terrestres. La rosa separada de su tallo deja en el aire un color de transfiguración puro y callado. El pabellón de su oreja se hace el dibujo visible de la música. Y como una luna de verano en el fondo de un valle distante sube una sonrisa hacia sus ojos y sus sienes. Todo lo agrio y verdadero, todas las separaciones y el tiempo enigmático y el olvido, todo espera ausente y detenido en la tiniebla exterior que el éxtasis rechaza.
Felicidad, perra abierta y buscadora bestia que nos acostumbra al estropajo demasiado dulce de su lengua. Qué deliciosa sin nombre -más que las uñas de mi madre entre el pelo salvaje de la infancia- en nuestros oídos indefensos el incesante avance del enjambre de las sórdidas moscas de la muerte. Huerto de vigilia y sangre, noche sin piedad de pronto abolidos con un solo rostro de jazmín y duda.
Felicidad, perra abierta y buscadora bestia que nos acostumbra al estropajo demasiado dulce de su lengua. Qué deliciosa sin nombre -más que las uñas de mi madre entre el pelo salvaje de la infancia- en nuestros oídos indefensos el incesante avance del enjambre de las sórdidas moscas de la muerte. Huerto de vigilia y sangre, noche sin piedad de pronto abolidos con un solo rostro de jazmín y duda.
Comentarios
Publicar un comentario