Cuando el corazón es un cazador solitario (fragmento)_Clarissa Pinkola Estés

Había hecho algo que su padre no aprobaba,aunque ya nadie recordaba lo que era. Pero su padre la había arrastrado al acantilado y la había arrojado al mar. Allí los peces se comieron su carne y le arrancaron los ojos. Mientras yacía bajo la superficie del mar, su esqueleto daba vueltas y más vueltas en medio de las corrientes.
Para amar, hay que ser no sólo fuerte sino también sabio. La fuerza procede del espíritu. La sabiduría procede de la experiencia con la Mujer Esqueleto... Si uno desea ser alimentado de por vida, tiene que enfrentarse con la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida y entablar una relación con ella. Desde un punto de vista arquetípico, la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida es un componente básico de la naturaleza instintiva.
A menudo acariciamos la fantasía de recibir el alimento de la profunda naturaleza a través de una relación amorosa, un trabajo o el dinero, y esperamos que el alimento nos dure mucho tiempo. Es fácil permanecer tendidos soñando simplemente con el amor perfecto. Es una anestesia de la cual tal vez jamás nos recuperemos como no sea para apropiarnos despiadadamente de algo valioso que se encuentra, sin embargo, fuera de nuestra conciencia.
La Mujer Esqueleto que se pasó siglos bajo el agua también se puede interpretar como la fuerza de la Vida-Muerte-Vida no utilizada y mal utilizada de una mujer. En su forma vital y resucitada, gobierna las facultades intuitivas y emotivas que completan los ciclos vitales de los nacimientos y los finales, de las penas y las celebraciones. Es la que examina las cosas, la que puede decir cuándo es el momento de que muera un lugar, una cosa, un grupo o una relación. Este regalo de la percepción psicológica espera a todos aquellos que la hacen aflorar a la conciencia a través del acto de amar a otra persona.
Una parte de todas las mujeres y de todos los hombres se niega a saber que en todas las relaciones amorosas la Muerte también tiene que intervenir. Fingimos poder amar sin que mueran nuestras ilusiones acerca del amor, fingimos poder avanzar sin que jamás tengan que morir nuestros vehementes arrebatos de emoción. Pero en el amor, desde un punto de vista psíquico, todo, absolutamente todo se desmenuza. El ego no lo quisiera, pero así tiene que ser y toda persona dotada de una profunda naturaleza salvaje se muestra inclinada a aceptarlo. 
¿Qué es lo que muere? La ilusión, las expectativas, el ansia de tenerlo todo, de querer tan sólo lo bello, todo muere. Puesto que el amor siempre da lugar a un descenso a la naturaleza de la Muerte, se comprende por qué razón es necesario tanto dominio sobre uno mismo y tanta fuerza espiritual para entregarse a este compromiso. Cuando uno se compromete con el amor, se compromete también con la resurrección de la esencia de la Mujer Esqueleto y de todas sus enseñanzas.
La Mujer Esqueleto que habita bajo el agua representa una forma inerte de una profunda vida instintiva que se conoce de memoria la creación de la Vida y la creación de la Muerte. Si los amantes insisten en llevar una vida de forzada alegría, perpetuos placeres y otras formas de nefasta intensidad, si se empeñan en que haya constantes Donner und Blitz, truenos y relámpagos sexuales, o un torrente de cosas agradables y ningún conflicto, arrojarán por el acantilado la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida y ésta se volverá a ahogar en el mar. 
El hecho de excluir de la relación amorosa todos los ciclos de la vida y la muerte da lugar a que la naturaleza de la Mujer Esqueleto sea arrancada de su alojamiento psíquico y se ahogue. Entonces la relación amorosa adopta una forzada expresión de "no nos pongamos tristes, procuremos divertirnos todo lo que podamos" que se esfuerza en mantener a toda costa. El alma de la relación desaparece y se hunde en el agua, inútil y sin sentido. Siempre se arroja por el acantilado a la Mujer Esqueleto cuando uno o los dos componentes de la pareja no la soportan o no la entienden. La arrojarnos por el acantilado cuando no aprendernos bien el uso de los ciclos transformativos: cuando las cosas tienen que morir y ser sustituidas por otras. Si los amantes no pueden soportar estos procesos de la Vida-Muerte-Vida, tampoco se pueden amar el uno al otro más allá de las aspiraciones hormonales. 
El hecho de arrojar por el acantilado esta misteriosa naturaleza siempre da lugar a que la amante y la fuerza espiritual del amante se conviertan en unos esqueletos privados de auténtico amor y alimento, puesto que la mujer suele vigilar muy de cerca los ciclos biológicos y emocionales, los ciclos de la vida y la muerte constituyen el centro de su interés. Y, puesto que no puede haber mucha vida si no se produce un declive de lo que antes había, los amantes que se empeñan en mantenerlo todo al máximo nivel de esplendor psíquico vivirán una relación cada vez más osificada. El deseo de obligar al amor a vivir sólo en su forma más positiva es la causa de que, al final, el amor muera definitivamente. 
... A la Dama de la Muerte no se la puede soltar y ésta no accede amablemente a ningún deseo. Emerge a la superficie tanto si uno quiere como si no, pues sin ella no puede haber ningún auténtico conocimiento de la vida y, sin este conocimiento, no puede haber lealtad ni verdadero amor o afecto. El amor cuesta caro. Cuesta el precio de la valentía. Cuesta tomarse una molestia...  
Amar significa permanecer al lado de alguien. Significa salir de un mundo de fantasía y entrar en un mundo en el que es Posible el amor duradero, cara a cara, hueso a hueso, un amor hecho de afecto. Amar significa quedarse cuando todas las células gritan: "¡Echa a correr!". 
Cuando los amantes son capaces de soportar la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida y de entenderla como un continuo —como una noche entre dos días— y como la fuerza capaz de crear un amor para toda la vida, pueden enfrentarse con la presencia de la Mujer Esqueleto en su relación. Entonces se fortalecen juntos y ambos se sienten llamados a una comprensión más profunda de los dos mundos en los que viven, el mundo material y el mundo del espíritu. 
La mayoría de la gente cuando se enfrenta por primera vez con la Mujer Esqueleto experimenta el impulso de echar a correr y alejarse al máximo. Correr forma parte del proceso. Hacerlo es humano, pero no durante el tiempo y no para siempre. 
Aquello que uno teme es capaz de fortalecer y sanar. La fase de la persecución y el escondite es el período durante el cual los amantes intentan racionalizar su temor a los ciclos de la Vida-Muerte-Vida del amor. Nosotros sólo queremos la belleza, pero acabamos enfrentándonos con lo malo. Tratamos de apartar de un empujón a la Mujer Esqueleto, pero ella sigue adelante. Echamos a correr y nos sigue. Es la gran maestra que siempre habíamos afirmado querer. "¡Pero no ésta!", gritamos cuando la vernos aparecer. Queremos otra. Lástima. Ésta es la maestra que a todos nos toca. 
Cuando las cosas en las relaciones amorosas se enredan y adquieren un cariz alarmante, la gente teme que el final esté cerca, pero no así. Hay una gran diferencia entre la necesidad de soledad y renovación y el deseo de "ocupar un espacio" para evitar la necesaria relación con la Mujer Esqueleto. Pero esta relación, entendida como la aceptación de la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida y el intercambio con ella, es el siguiente paso para fortalecer la propia capacidad de amar. Los que entablan una relación con ella adquirirán una capacidad duradera de amar. Y los que no, no la adquirirán. 
Tal como ocurre con todos los descensos al inconsciente, llega un momento en que uno se limita a confiar en la suerte, se tapa la nariz y se lanza al abismo. Si no fuera así, no habría sido necesario crear las palabras heroína, héroe o valentía. La tarea de conocer la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida se tiene que llevar a cabo. 
Cuando comprendamos la soledad de la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida en el interior de la psique, ella que sin culpa alguna por su parte se ve constantemente rechazada... puede que a nosotros también nos conmueva su tormento. Si queremos amar, por muy grandes que sean nuestro temor y nuestro recelo, estaremos dispuestos a desenredar los huesos de la naturaleza de la Muerte y a ver qué es lo que ocurre. Estaremos dispuestos a tocar lo que no es bonito en otra persona y en nosotros mismos. 
A algunos les resulta más fácil pensar en cosas sublimes y bellas y tocar todo aquello que nos trasciende positivamente que tocar, prestar ayuda y asistencia a lo que no es tan positivo. Es más fácil... apartarse de lo no bello y, encima, sentirse falsamente honrados. Éste es el problema amoroso que plantea el trato con la Mujer Esqueleto. 
¿Qué es lo no bello? Lo no bello es nuestra ansia secreta de ser amados. Lo no bello es el desuso y el uso incorrecto del amor. Nuestro abandono de la lealtad y el aprecio es desagradable, nuestro sentido del aislamiento del alma es feo, nuestras verrugas psicológicas, nuestros defectos, nuestros malentendidos y nuestras fantasías infantiles son lo no bello. Y además, nuestras culturas consideran no bello la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida, que alumbra, destruye y vuelve a alumbrar. Desenredar a la Mujer Esqueleto es comprender este error conceptual y subsanarlo. Desenredar a la Mujer Esqueleto es comprender que el amor no significa velas perennemente encendidas e incrementos constantes. Desenredar a la Mujer Esqueleto significa sentirse reconfortado más que atemorizado en la oscuridad de la regeneración. Significa un bálsamo para las viejas heridas. Significa cambiar nuestra manera de ver y de ser para poder reflejar la salud y no ya las deficiencias del alma. 
Para amar tenemos que tocar a la huesuda mujer básica y no demasiado agradable, desenredando el sentido de esta naturaleza en nuestro propio beneficio, colocándole de nuevo los huesos en su sitio y permitiendo que vuelva a vivir. No basta con tirar del inconsciente para que suba a la superficie y ni siquiera es suficiente con arrastrar accidentalmente a la Mujer Esqueleto a nuestra casa. El avance del amor se detiene cuando el sujeto la teme o la desprecia durante mucho tiempo. 
Cuando la Vida se mueve, los huesos de la Muerte se mueven solidariamente. Cuando la Muerte se mueve, los huesos de la Vida también empiezan a girar. Desenredar esta naturaleza significa aprender sus amortiguamientos, sus hábitos y sus movimientos. Significa familiarizarse con los ciclos de la vida y la muerte, aprenderlos de memoria, comprobar que actúan todos juntos y forman un solo organismo, de la misma manera que el esqueleto es un solo organismo. 
El temor no es un pretexto válido para no llevar a cabo la tarea. Todos tenemos miedo. Cuando se vive, se tiene miedo. El ego teme que, si reconocemos la presencia de la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida en nuestra existencia, no podamos volver a ser felices nunca más. ¿Acaso hemos sido siempre absolutamente felices? No. Pero el ego subdesarrollado es tan simple como un niño no socializado y, encima, no excesivamente despreocupado; es más bien como un niño que anda vigilando constantemente para llevarse la loncha más grande, la cama más mullida, el amante más guapo. Tres cosas distinguen el vivir del alma del vivir exclusivamente del ego y son: la capacidad de percibir y aprender nuevas maneras de hacer las cosas, la tenacidad de recorrer un camino accidentado y la paciencia necesaria para aprender a amar profundamente y durante mucho tiempo. Pero el ego tiene tendencia e inclinación a evitar los aprendizajes. La paciencia no es lo suyo. Se necesita una "paciencia salvaje"... para desenredar los huesos, aprender el significado de la Dama de la Muerte y poseer la suficiente tenacidad como para permanecer con ella. Es necesario un corazón dispuesto a morir y nacer y a volver a morir y nacer una y otra vez. 
Una persona que ha desenredado a la Mujer Esqueleto sabe lo que es la paciencia y sabe esperar. No se espanta ni se asusta ante la escasez, no se siente abrumada por el cumplimiento de sus deseos. Sus necesidades de alcanzar, de tener las cosas "enseguida", se transforman en el arte más refinado de buscar todas las facetas de la relación y observar cómo actúan los ciclos de la relación. No teme entrar en contacto con la belleza de la ferocidad, con la belleza de lo desconocido y con la belleza de lo no bello. Y, gracias al aprendizaje y el conocimiento de todas estas cosas, se convierte en la quinta esencia del amante salvaje. 
Si entonamos la canción de la conciencia hasta sentir la quemadura de la verdad, arrojaremos una llamarada de fuego a la oscuridad de la psique y veremos lo que estamos haciendo, lo que estamos haciendo de verdad, no lo que queremos creer que estamos haciendo. Así desenredamos nuestros sentimientos y empezamos a comprender la razón por la cual el amor y la vida se tienen que vivir a través de los huesos. Para enfrentarnos con la Mujer Esqueleto no tenemos que asumir el papel del héroe solar, no tenemos que librar una batalla ni poner en peligro nuestra vida en el desierto. Basta con que procuremos desenredarla. La capacidad de conocer la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida aguarda a los amantes que superan el impulso de echar a correr y el deseo de sentirse seguros. 
"La ignorancia es no saber nada y sentirse atraído por lo bueno. La inocencia es saberlo todo y seguir sintiéndose atraído por lo bueno." La inocencia es un estado que se renueva durante el sueño. Regresar a un estado de vigilante inocencia no es un esfuerzo tan grande como acarrear un montón de ladrillos de uno a otro sitio, pues basta con permanecer inmóvil el tiempo suficiente como para que el espíritu nos encuentre. Dicen que todo lo que nosotros estamos buscando también nos busca a nosotros y que, si nos quedamos quietos, nos encontrará. Es algo que lleva mucho tiempo esperándonos.
Ser un inocente significa ver con toda claridad qué es lo que ocurre y poder arreglarlo.
A veces no existen palabras capaces de ayudarle a uno a ser valiente. A veces hay que lanzarse sin más. Tiene que haber en la vida de un hombre algún momento en que éste se deje llevar por el amor, en que le dé más miedo quedar atrapado en el reseco y agrietado lecho fluvial de la psique que adentrarse en un exuberante pero inexplorado territorio.
Para que prospere el amor, el compañero tiene que confiar en que cualquier cosa que ocurra será transformativa. El hombre o la mujer tienen que entrar en este estado de sueño que devuelve a las persona, una sabia inocencia que crea y recrea, tal como debe ser, las más profundas espirales de la experiencia de la Vida-Muerte-Vida. 
Las lágrimas encierran un poder creador. La historia del símbolo del agua como creadora y como camino es muy larga y variada. La primavera llega con una lluvia de lágrimas. La entrada al mundo subterráneo se produce con una cascada de lágrimas. Una lágrima, oída por alguien que tenga corazón se interpreta como una invitación a acercarse. Eso es lo que hace el llanto del pescador y entonces ella se acerca. Sin la lágrima del pescador, ella seguiría siendo un montón de huesos. Y, sin su propia lágrima, él jamás podría despertar al amor. La lágrima del soñador se produce cuando un amante en ciernes se deja llevar por el sentimiento y venda sus propias heridas, cuando se atreve a contemplar la autodestrucción que él mismo ha provocado mediante la pérdida de confianza en la bondad del yo, cuando se siente separado del nutritivo y revitalizante ciclo de la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida... entonces llora porque percibe su soledad, su profunda añoranza de aquel lugar psíquico, de aquella sabiduría salvaje. Así sana el hombre, así aumenta su comprensión. Él mismo se prepara la medicina, él mismo asume la tarea de alimentar a la "otra persona borrada". Con sus lágrimas, empieza a crear. 
Amar a otra persona no es suficiente, el hecho de "no ser un obstáculo" en la vida de otra persona no es suficiente. No basta con mostrarse "comprensivo", "estar disponible" y otras cosas por el estilo. El objetivo es convertirse en un entendido en las cosas de la vida y la muerte, en los asuntos de la propia vida y el panorama general. Y la única manera de convertirse en un hombre entendido consiste en aprender en los huesos de la Mujer Esqueleto. Ella está esperando la señal del sentimiento profundo, la solitaria lágrima que dice "confieso que estoy herido". Esta confesión alimenta la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida, crea el vínculo y la profunda sabiduría del hombre. 
Todos hemos cometido el error de pensar que otra persona nos puede curar, emocionar o llenar. Se tarda mucho tiempo en averiguar que no es así, sobre todo porque proyectamos la herida fuera de nosotros en lugar de curarla dentro de nosotros. Probablemente, lo que más desea una mujer de un hombre es que disuelva sus proyecciones y se enfrente con su propia herida. Cuando un hombre se enfrenta con su herida, la lágrima asoma con naturalidad a su ojo y sus lealtades exteriores e interiores se aclaran y se fortalecen. Entonces se convierte en su propio sanador; ya no es un solitario para el Yo profundo. Ya no recurre a la mujer para que sea su analgésico. 
La lágrima de compasión se derrama en respuesta a la contemplación de la maloliente herida. La maloliente herida tiene distintas configuraciones y orígenes en cada persona. Para algunos significa pasarse la vida escalando sin descanso y con gran esfuerzo la montaña, para descubrir demasiado tarde que han estado escalando la montaña que no debían. Para otros son las cuestiones no resueltas y no curadas de los malos tratos sufridos en la infancia. Para otros es una dolorosa pérdida en la vida o en el amor. Cuando los hombres sufren heridas de este tipo, se les huele desde lejos. Ninguna mujer, ningún amor, ningún cuidado es capaz de sanar semejante herida, sólo la compasión que uno siente de sí mismo y los cuidados que prodiga a su herida. 
Cuando el hombre derrama la lágrima, significa que ha llegado a su dolor y se percata de ello cuando lo toca. Se da cuenta de que ha vivido una existencia a la defensiva por culpa de la herida. Se da cuenta de las cosas que se ha perdido en la vida por este motivo y de lo paralizado que está su amor por la vida, por su propia persona y por los demás. El sentimiento interior de ternura que induce al pescador a desenredar a la Mujer Esqueleto le permite también experimentar otros anhelos largo tiempo olvidados y resucitar la compasión por sí mismo. Puesto que se encuentra en un estado de inocencia en el que piensa que todo es posible, no teme expresar los deseos de su alma. No teme desear, pues cree que su necesidad será satisfecha. Es para él un gran alivio creer que su alma se verá colmada. 
Dicen que la piel o cuerpo del tambor determina quién será llamado a existir. Se cree que algunos tambores son ambulantes y transportan al que lo toca y a quienes lo escuchan (llamados también "pasajeros" en algunas tradiciones) a muy distintos y variados lugares. Otros tipos de tambores poseen otras formas de poder. 
Entregar el propio corazón para la nueva creación y la nueva vida y para las fuerzas de la Vida-Muerte-Vida es bajar al reino de los sentimientos. Para nosotros puede ser difícil, sobre todo si hemos sido heridos por la decepción o el dolor. Pero es algo que hay que hacer a toda costa para dar plena vida a la Mujer Esqueleto, para acercarnos a la que siempre ha estado cerca de nosotros. Cuando un hombre entrega todo su corazón, se convierte en una fuerza asombrosa... Cuando la Mujer Esqueleto se acuesta con él, el hombre se vuelve fértil y recibe unas facultades femeninas en un medio masculino. Lleva dentro las semillas de la nueva vida y de las muertes necesarias. Inspira nuevas obras en su interior, pero también en quienes lo rodean. 
Con sus cuerpos las mujeres viven muy cerca de la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida. Cuando las mujeres están en su sano juicio instintivo, las ideas e impulsos que las inducen a amar, crear, creer y desear, nacen, viven su tiempo, se desvanecen y mueren y vuelven a nacer. Se podría decir que las mujeres ponen en práctica este concepto de una manera conciente o inconciente en cada ciclo lunar de sus vidas. Para algunas, la luna que indica los ciclos está en el cielo. Para otras es la Mujer Esqueleto que vive en su psique. Desde su propia carne y sangre y desde los constantes ciclos que llenan y vacían el rojo jarrón de su vientre, una mujer comprende física, emocional y espiritualmente que los cenits se desvanecen y expiran y que lo que queda renace con formas inesperadas y por medios inspirados para reducirse de nuevo a nada y ser concebido otra vez en toda su gloria. Como se puede ver, los ciclos de la Mujer Esqueleto discurren en toda la mujer, a través de ella y por debajo de ella. No podría ser de otro modo. A veces, los hombres que todavía huyen de la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida temen a semejante mujer, pues intuyen que es una aliada natural de la Mujer Esqueleto. Sin embargo, no siempre fue así. El símbolo de la muerte como transformadora espiritual es un vestigio de una época en la que la Dama de la Muerte era acogida como un pariente cercano, como una hermana, un hermano, un padre, una madre o un amante. En la imaginería femenina, la Mujer de la Muerte o la Doncella de la Muerte siempre se ha considerado la portadora del destino, la hacedora, la doncella de la cosecha, la madre, la paseante fluvial y la recreadora; todas ellas siguiendo un ciclo. A veces quien huye de la naturaleza de la Vida-Muerte-Vida insiste en considerar el amor como algo exclusivamente positivo. Pero el amor en su plenitud es toda una serie de muertes y renacimientos. Abandonamos una fase, un aspecto del amor, y entramos en otra. La pasión muere y regresa. El dolor se aleja y aparece de nuevo. Amar significa abrazar y, al mismo tiempo, resistir muchos finales y muchísimos comienzos... todos en la misma relación. 
Para poder amar, bailamos con la Muerte. Habrá desbordamientos y sequías, habrá nacimientos vivos y nacimientos muertos y nacimientos renacidos de algo nuevo. Amar es aprender los pasos. Amar es bailar la danza. La energía, el sentimiento, la intimidad, la soledad, el deseo, el tedio, todo sube y baja en ciclos relativamente seguidos. El deseo de intimidad y de separación crece y disminuye. La naturaleza de la Vida-Muerte-Vida no sólo nos enseña a bailar todas esas cosas sino que, además, nos enseña que la solución del malestar es siempre lo contrario; por consiguiente, el remedio del aburrimiento es una nueva actividad, la intimidad con otro es el remedio de la soledad, el aislamiento es el remedio cuando uno se siente agobiado. Cuando no conoce esta danza, la persona muestra tendencia, durante los distintos períodos de estancamiento, a expresar la necesidad de nuevas actividades personales gastando demasiado dinero, corriendo peligros, haciendo elecciones temerarias, tomando un nuevo amante. 
Lo único capaz de crear es el hecho de soltarse y de entregar el corazón, el gran tambor, el gran instrumento de la naturaleza salvaje. Así tiene que funcionar la relación amorosa, cada miembro de la pareja transformando al otro. La fuerza y el poder del uno se desenreda y se comparte. Él le entrega a ella el tambor del corazón. Ella le entrega a él el conocimiento de los ritmos y las emociones más complicadas que imaginar se pueda. ¿Quién sabe qué cazarán juntos? Sólo sabemos que recibirán alimento hasta el final de sus días.

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