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Ceremonia

La noche es el lugar de las promesas, nos transforma en danza de luciérnagas, apenas un murmullo en la memoria. Se oscureció el fondo mío, el límite de mi alfabeto. Pronto mis brazos serán hogar de las mareas, curados del insomnio con furor, habitados hasta el final de la tormenta. Digo otoño, digo mayo, y también digo, para que sigas siendo mío, que eres los versos del libro perdido. Acaricia mi sombra que es tu sombra que es un espejo y que es melodía. Medio día escondido en una habitación, donde el áspero viento nada oye. Póstrate ante el sueño, el hilo que la conciencia humedece, ahí donde la gravedad se ausenta.

Nocturno en que nada se oye_Xavier Villaurrutia

En medio de un silencio desierto como la calle antes del crimen sin respirar siquiera para que nada turbe mi muerte en esta soledad sin paredes al tiempo que huyeron los ángulos en la tumba del lecho dejo mi estatua sin sangre para salir en un momento tan lento en un interminable descenso sin brazos que tender sin dedos para alcanzar la escala que cae de un piano invisible sin más que una mirada y una voz que no recuerdan haber salido de ojos y labios ¿qué son labios? ¿qué son miradas que son labios? Y mi voz ya no es mía dentro del agua que no moja dentro del aire de vidrio dentro del fuego lívido que corta como el grito Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro cae mi voz y mi voz que madura y mi voz quemadura y mi bosque madura y mi voz quema dura como el hielo de vidrio como el grito de hielo aquí en el caracol de la oreja el latido de un mar en el que no sé nada en el que no se nada porque he dejado pies y brazos en ...

Fórmula mágica

Dícese que uno puede volverse invisible invocando los siete planetas, la región de la tristeza, la cabellera bifurcada de las furias, el fuego azul de Platón y el árbol de Hécate. Pompeyo Gener, La muerte y el diablo

Conjuro

Aquí estoy, renacida y olvidada, evocando memorias ignotas, acrecentando la gravedad de la ausencia. He renunciado a tus labios, la herida específica.  Aquí estoy, ilimitada y expuesta. Supe contar en tu mirada el frenesí de lo improbable, tejerte guirnaldas en el viento con tu risa.  Aquí estoy, volátil y creciente, visitando el tiempo detenido entre tus brazos, varada en tus ojos. Aquí y ahora, una música de tambores nace del agua: llueve. El corazón vuelve a ser salvaje. He aquí la señal: tus pasos han desaparecido. Bailo lejana, curada, ardiendo, licántropa. 

La caída_Alejandra Pizarnik_Las aventuras pérdidas_1958

LA CAÍDA Música jamás oída, Amada en antiguas fiestas. ¿Ya nunca volveré a abrazar al que vendrá después del final? Pero esta inocente necesidad de viajar entre plegarias y aullidos. Yo no sé. No sé sino el rostro de cien ojos de piedra que llora junto al silencio y que me espera. Jardín recorrido en lágrimas, habitantes que besé cuando mi muerte aún no había nacido. En el viento sagrado tejían mi destino. 

Poem 997_Emily Dickinson

Crumbling is not an instant's Act A fundamental pause Delapidation's processes Are organized Decays. 'Tis first a Cobweb on the Soul A Cuticle of Dust A Borer in the Axis An Elemental Rust-- Ruin is formal--Devils work Consecutive and slow-- Fail in an instant, no man did Slipping--is Crashe's law.

Antipoema de la felicidad_Alfonsina Storni

¿Quiénes sufren más allá del círculo mágico que dibuja la tierna baba empecinada? ¿Qué leprosos, qué artritis solapada, qué tedio de amor, qué bocas replegadas hacia el rencor y el odio devorantes? ¿Dónde los prolijos vituperios de la vejez, del llanto? El pescado de plata tiene un olor que lo separa para siempre de los atroces alimentos terrestres. La rosa separada de su tallo deja en el aire un color de transfiguración puro y callado. El pabellón de su oreja se hace el dibujo visible de la música.  Y como una luna de verano en el fondo de un valle distante sube una sonrisa hacia sus ojos y sus sienes. Todo lo agrio y verdadero, todas las separaciones y el tiempo enigmático y el olvido, todo espera ausente y detenido en la tiniebla exterior que el éxtasis rechaza. Felicidad, perra abierta y buscadora bestia que nos acostumbra al estropajo demasiado dulce de su lengua. Qué deliciosa sin nombre -más que las uñas de mi madre entre el pelo salvaje de la infancia- en nuestros oídos in...